VIRGILIO, TÚ Y YO
Después de pasarme un año entero acostándome y levantándome con Virgilio Piñera, tuve que llegar –irremediablemente- a la conclusión de que fue un ser irrepetible. Cada grieta de su personalidad me fascinó.
Su timidez, por ejemplo, le llevaba al silencio pero también a un delicioso melodrama. Hubiera dado lo que fuera por verlo enfadado con alguna amiga, negándole el saludo en sus narices (pasados unos días, todo volvía a la normalidad) o incomodando a los conocidos que le presentaban haciéndole preguntas escatológicas.
Sus textos, irónicos, antipoéticos, incluso repugnantes, no hacen más que revelarnos la realidad de un personaje que –a pesar de los palos que la vida le dio- sólo le queda creer. Léase “En el insomnio”, “La cara”, “Natación” o “La montaña”, por citar algunos cuentos y minicuentos.
Virgilio era más bien feete pero, como bien dice su amigo Antón Arrufat, tenía unos ojos preciosos. Tal vez eso, unido a la sintonía que progresivamente sentí hacia sus textos y su personalidad, me hizo verlo cada día más guapo (de hecho, siempre llevo una foto suya en el móvil).
El otro día pensando que iba a dar carpetazo (al menos oficialmente) a La cuestión Piñera, me acordé de ti. Virgilio apareció en tus ojos, en tus palabras, en esa extraña y divertida relación meta-paródica que nos cayó encima. Lo bueno (y lo malo) fue que tú eras guapa desde el principio.
4 comentarios:
http://cuadernogaviero.blogspot.com/
Bienvenido al Cuaderno Gaviero.
Me estás abriendo el apetito Virgilio, y teniendo ahí arriba en el blog el expediente médico de la criatura, me pregunto si no podrías ofrecernos alguna selección de textos o perlas por ti glosadas...
Me apunto a esa petición de perlas de Virgilio Piñera. Ya está tardando...
Glose usted señor Arana, glose...
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