Para la Virgi y la Manzano
Que no soy Dafne,
que no soy escarcha
ni roca, que tampoco
ese señor con bigote.
Pero no te culpo,
no supiste preguntarme ni yo sabía qué decir
(será que algo queda de todo aquello,
del ansia y de los rizos, de la dulce esposa
y del ficticio saltador de balcones. No lo sé).
Quizá sea Dafne todavía, quizá
la mujer barbuda. Pero te aseguro que ese
nunca será mi nombre.
(Málaga, Julio 2010)