No puede morir
ahora que el sol se nombra rey;
que una niña
se entretiene en el portal con sus muñecas;
que el autobús que cruza
parece un caracol avergonzado,
silenciando su concha
veintitantos viajeros -cada uno en su limbo-.
No puede morir
ahora que una joven
sale de la tienda y hace aire;
que el policía informa a un despistado;
que la sonrisa extiende su estela de galaxia,
y el río va contando una epopeya.
No puede morir
ahora que la flor nos garantiza una promesa humana
y el campo es un festín de girasoles.
No puede morir: sería
absurdio, estafa, homicidio,
sintiendo cómo aún, tras la ventana
del hospital,
conjuran contra él los elementos.
Ángel Poli, Revista Chichimeca, Nº 0, 2001.
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