Escucho, me atoro. Tiemblo.
La vida se me resbala
por este maldito sentirse
siempre fuera. Me atoro,
tiemblo: te escucho. Busco
y, por fin, encuentro ese agarre
necesario -que siempre estuvo
anclado a tu ombligo-
para no tener que disolverme del todo.
Así que ya no me importa
perder el norte, porque sé
que con sólo levantar la cabeza
y mirarte será -ahora sí-
más que suficiente.
José Óscar Lopez
-
NUESTRO templo no era exactamente un templo.
Había allí miles de libros en vez de un solo libro,
innumerables creadores y creaturas
en vez de un sol...
Hace 1 semana
1 comentario:
La vida también se me resbala pero no me agarro a nada ni a nadie,
para nunca tener que soltarme.
Publicar un comentario