Escucho, me atoro. Tiemblo.
La vida se me resbala
por este maldito sentirse
siempre fuera. Me atoro,
tiemblo: te escucho. Busco
y, por fin, encuentro ese agarre
necesario -que siempre estuvo
anclado a tu ombligo-
para no tener que disolverme del todo.
Así que ya no me importa
perder el norte, porque sé
que con sólo levantar la cabeza
y mirarte será -ahora sí-
más que suficiente.
OJOS TRISTES
-
En la cola del súper, esperando a que me pasen la compra, no puedo evitar
odiar a la mujer que tengo delante, tomándose su tiempo para llenar
lentamente su...
Hace 2 días
1 comentario:
La vida también se me resbala pero no me agarro a nada ni a nadie,
para nunca tener que soltarme.
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