Escuchar el sonido del taladro que perfora mi muela. Cerrar los ojos. Tragar saliva. Notar la presión de los pechos de la doctora en mi cabeza. Dar gracias a Dios, a la genética y los azúcares por el empaste que ahora no puedo parar de tocarme con la lengua.
UN VERANO QUE ES UNA VIDA ENTERA
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Llega el verano y hay gente que veranea en su pueblo. Yo, como soy
madrileño y mis padres eran de Madrid, nunca he tenido pueblo. Tal vez por
eso romantizo...
Hace 2 semanas
1 comentario:
un empaste... y a la calle
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