miércoles, 12 de marzo de 2008

DOS MICROS DE PIÑERA

Lo prometido es deuda. Ahí os dejo un par de microrrelatos de Virgilio Piñera. El primero, que no tiene título (aunque bien pudiera haberse llamado "El dolor"), apareció por primera y única vez en un especial monográfico (plagadito de inéditos) de Albur (1990), revista cubana de la que sólo contamos con 90 ejemplares; el segundo, "En el insomnio" (que podéis encontrar en sus Cuentos completos de Alfaguara) es uno de los culpables de mi amor por Piñera.


He decidido establecerme. Lo he pensado bien; basta ya de tomar un ómnibus todas las mañanas para caer en el infierno del trabajo. ¿El capital? Pero si yo tengo una inmensa cantidad de alimentos para vender en mi tienda. Yo voy a vender dolor. La tienda se llamará el dolor. Ustedes creerán que yo no voy a vender nada, pero se equivocan. Hay una gran multitud que no les duele nada. Esos serán mis clientes. Espero hacer buenas ventas. Nunca agotaré mis reservas, pues siempre algún sufrimiento estará en mí dispuesto a hacerme su presa. Venderé toda clase de dolores: desde el dolor de amor al dolor de la humillación. Y tendré el cliente que aspira a encajarse mi dolor amoroso y el que ansía por humillarse hasta las rodillas del perro. ¡Yo espero tener un gran éxito con mi nuevo negocio!


En el insomnio

El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que en seguida tome una taza de tilo y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revolver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.

2 comentarios:

Juan Antonio González Romano dijo...

Fantásticos, los dos. La tienda de dolor es una idea brillante y, conociendo ligeramente a los humanos, no tan descabellada: hay gente que paga por verse humillada (una amiga mía me cuenta cada cosa...), por lo que no sería, en absoluto, un mal negocio. El del sueño, impresionante. Se comprende que te quedaras enganchado.
Queremos más...

Tomás Rodríguez dijo...

Menos mal, Manolo, que te has arrancado por "virgilerías". Me han gustado las dos muestras seleccionadas, aunque la segunda posee ese halo cuentístico de Cortázar, Denevi o Borges que lo arranca todo desde muy poco. Un saludo, perfo.
http://tropicodelamancha.blogspot.com