Escuchar el sonido del taladro que perfora mi muela. Cerrar los ojos. Tragar saliva. Notar la presión de los pechos de la doctora en mi cabeza. Dar gracias a Dios, a la genética y los azúcares por el empaste que ahora no puedo parar de tocarme con la lengua.
POPY EN MÁLAGA
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Se vende la casa de *David Lynch*, en Hollywood Hills.
Me encantaría vivir en esa casa encantada por los espectros del cine y del
enigma humano. Rincones e...
Hace 2 días
1 comentario:
un empaste... y a la calle
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